domingo, 25 de octubre de 2015

Capítulo 58

Capítulo 58:
Otra vez lo mismo. Esa pesadilla ya estaba empezando a causarle mucho miedo. Cada vez era más nítida, y cada vez peor.
Esta vez estaban en la mansión. Reían, cenaban y charlaban. Todo parecía ser como siempre. La gran mesa ubicada en el patio estaba preparada, los más chicos corrían alrededor, mientras los adultos ayudaban a llevar las cosas que faltaban.
Parecía una ocasión especial, ya que todos se veían arreglados, y el patio estaba lleno de luces de colores. Un dulce aroma a sus galletas favoritas le llegaba desde la cocina. No tardó mucho más en darse cuenta qué era, ya que el gran árbol que vió en la entrada principal lo delataba: Estaba en Navidad.
¿Pero por qué soñaba con la navidad? estaban todavía en agosto, faltaba mucho para esa fecha. Una sensación de peligro la llenó.
Mar: Mori, podés ayudar a traer las cosas?
Su sueño parecía muy real. Todos estaban allí. Y las cosas que pasaban eran típicas de su familia: los niños corriendo y gritando sin parar, algún adulto retándolos, otros riendo con copas en la mano, algunos primos jugando con su amada consola de videojuegos, gente que iba y venía sin parar, y otras que transportaban regalos a escondidas para que nadie los viera.
De repente, sintió unos brazos que rodearon su cintura. Se sorpendió al ver que llevaba un vestido largo color rosa, que la hacía parecer más alta. Pero se impactó aún más al descubrir quien la abrazaba.
Maxi: Tu familia es muy rara, pero me encanta
Mora: Qué hacés acá?
Maxi: No me invitaste vos?
Mora: Yo…
Maxi: Te pasa algo?
Mora: -Suspirando- Nada. Vamos a sentarnos?
Mora tenía la sensación de que alguien faltaba en esa mesa. Aunque todos los lugares estaban ocupados, sabía que había una persona menos. Y la desesperaba no poder darse cuenta de quién era.
Mora: Ma, estamos todos?
Mar: Sí, por?
Mora: No sé, siento que falta alguien
Mar: No mi amor, no falta nadie acá
La cena fue maravillosa. La comida de Tina era insuperable, y sobre todo en épocas de fiesta. Las risas y las bromas estaban siempre presentes con ellos
En el momento de brindar por la navidad, Mora sintió un fuerte dolor en el pecho. Era un sentimiento de angustia, mezclado con miedo y culpabilidad. Sintió que se quedaba sin aire, pero nadie reparaba en ella.
Cuando quiso hablar, fue como si su voz hubiese desaparecido. Intentó decir algo, pero ninguna palabra salía de su boca. Todo comenzó a verse borroso, las voces y los sonidos se escuchaban cada vez más lejanos. No podía mantener la vista fija en un lugar.
Tuvo que sentarse en su silla. Parecía que estaba muriendo. La desesperación que sentía la hacía asfixiarse cada vez más. Cuando se movía, su aire llegaba menos a los pulmones. Intentó tocar a su mamá, que estaba a su lado, pero no la sentía. Con Maxi le pasaba lo mismo.
De repente, cayó al suelo sin ningún tipo de sonido. ya no escuchaba nada. Todo le daba vueltas. Su cabeza le dolía,y no sentía sus brazos ni piernas.
Lo único que escuchaba era la melodía de una canción. Una canción que ella conocía perfectamente desde que tenía uso de razón. La había escuchado tantas veces desde la boca de sus tíos o sus papás…
Y una voz, angelical y dulce, la cantaba. También conocía esa voz. Era una de las pocas voces que lograba calmarla cuando lloraba, apenas siendo una bebé. En ese momento, se dió cuenta de quién faltaba en la mesa.
Se despertó en su cama, con las sábanas revueltas a sus pies. Lo que ella no sabía era que su hermano, Bruno, había soñado exactamente lo mismo. Y que ese sueño tenía un gran significado.

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