miércoles, 30 de septiembre de 2015

Capítulo 46

Capítulo 46:
Era de noche. O por lo menos eso parecía. La habitación no tenía ninguna ventana que diera al exterior. Todo era muy raro, pensó Mora mientras se incorporaba del suelo, mirando a su alrededor. Qué era todo eso? Estaba soñando?
Sí, definitivamente estaba soñando. Eso no podía ser real, bajo ningún punto de vista.
El lugar cambió en cuanto ella se puso en pie. De repente, ya no estaba en una habitación oscura, sino en una casa. O una cabaña, mejor dicho. Podía ver afuera una laguna, con el agua casi marrón, y  un pequeño bosque que se extendía más allá de su vista.
La cabaña estaba vacía. Parecía inutilizada hacía años. Había sábanas que cubrían los pocos muebles que quedaban. Todo estaba cubierto por una capa de polvo, acumulada a lo largo de los años. Una de las ventanas tenía un agujero, por el que entraba una corriente de aire frío, que hizo que Mora se estremeciera. Llevaba la misma ropa que vestía esa misma tarde, pero estaba llena de tierra y rota en algunas partes, como si hubiera peleado con ella. Estaba descalza. Cuando comenzó a caminar, una pequeña astilla de vidrio se clavó en su pie, haciendo que casi gritara del dolor. Pero había algo extraño en ese lugar que le decía que era mejor no hacer ruido.
Algunas cosas, sin embargo, le resultaban algo familiares. Un viejo vestido arrugado, que en su momento fue blanco, pero ahora estaba amarillento, un juego de bloques infantil, unas botas blancas, altas hasta la rodilla. Sabía que había visto ese atuendo en algún lugar, pero su mente no podía recordar dónde. Tenía las imágenes en la cabeza, pero no podía conectarlas.
La cabaña era pequeña. Constaba solo de la habitación en la que ella estaba, y una puerta en un costado, que supuso que era el baño. Por algún motivo, no lo quiso averiguar.
Una sombra pasó corriendo junto a la ventana. Mora quedó paralizada. Su respiración se entrecortó, y su corazón latía más rápido de lo normal. Sus manos temblaban.
No se animaba a girarse. Sentía una presencia detrás de ella. Y, aunque era un sueño, estaba aterrada.
-Mi vestido!!
Hubo algo en la voz, que la hizo girarse a pesar del miedo. Porque ella conocía esa voz. Era una de las voces más familiares y reconfortantes que existía en su vida
Mora: Cielo?
Cielo: Qué hace mi vestido acá?
Mora: Qué? De qué estás…?
Pero Mora entendió al instante. Ese vestido que había encontrado le pertenecía a Cielo. Por eso le resultaba tan familiar. Era el vestido que había usado para su casamiento frustrado con Nico, muchos años atrás. Con ese vestido, fue transportaba a Eudamón.
Mora: Qué es todo ésto?
Pero Cielo no le contestó. Su sonrisa inicial al ver el vestido se había desvanecido al darse cuenta de algo. Estaba seria y pálida. Sus ojos estaban muy abiertos
Mora: Cielo? Qué pasa?
Cielo: Peligro
Mora: Cómo?
Cielo: Peligro. Este lugar es peligroso
Mora: Cómo lo sabés?
Cielo gritó. Fue un grito desgarrador, que le salió del centro del alma. Un grito de dolor y agonía. Cayó al suelo. Mora se acercó a ella, muy asustada. Su remera estaba manchada justo en el centro del pecho. Se teñía de rojo poco a poco. Sangre. Cielo estaba sangrando.
Mora: Cielo!! Qué te pasa? Por favor!
Cielo: Mora… tené… tené cuidado. No confíes en ellos
Mora: En quién? Cielo! Por favor, respondeme
Cielo: No les creas…
Pero ya no se movía. Había quedado tendida en el suelo. Muerta.
Antes de poder hacer algo, se despertó en su cama, respirando entrecortadamente. Después de todo, sí había sido un sueño.
Mariana: Mora, te pasa algo?
Mora: No, nada. Tuve una pesadilla
Al día siguiente, iría a hablar con Cielo de inmediato. Algo muy malo estaba por ocurrir.

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