lunes, 6 de julio de 2015

Memorias: Parte IX


Hola! Cómo están hoy? Tengo que pedirles primero una disculpa, en el capítulo anterior no me di cuenta y copié también éste, pero eran dos separados!! Así que perdón si esperaban otra parte, pero fue mi error!!! Espero que les guste, y nos leemos mañana!


Yo creo que nada de ésto podría haber sido posible sin toda la gente que me rodea. Ya sé, parece un discurso típico de una entrega de premios. Pero hay veces que es cierto. Sin ellos, no hubiera podido seguir adelante, y aunque no pude tanto como yo quisiera, estaría peor ahora de no ser por ellos.
Estar acá me dió tiempo para pensar, y mucho. Después de todo, no tenía más nada que hacer. Cuando ya me dolían los ojos de tanto llorar, me concentraba en otra cosa. Uno de los temas más recurrentes era el de la vida y la muerte. Ahora, escribiendo ésto, no parece que fuera yo. ¿Quién diría que me terminaría interesando por temas filosóficos?. Y pienso en todas las personas que pierden a sus hijos, y ya no les queda más nada en la vida. ¿Eso no significa la muerte?. Y agradecía todo el tiempo por haber tenido a mis amigos y mi familia apoyándome. Ahora, mirándolo desde otra perspectiva, siento que fui una egoísta. No me preocupé por nadie, solo pensaba en mi sufrimiento. Pero nunca me reclamaron nada.
Mi gran salvavidas en ésta tormenta fue Thiago. Él también está destruido, por supuesto. Pero nunca dejó que eso lo venciera. Fue mi consuelo cada día que llegaba a casa, tan cansada que ni siquiera quería hablar. Intentó siempre hacerme reír, dejar de pensar un poco.
Siempre lo dije, y ahora más que nunca:Thiago es mi salvador. Desde que lo conocí, me ayudó a mantenerme en pie, a no tirar la toalla. Muchas veces lo miro sin que se de cuenta, y agradezco haberlo conocido. Me doy cuenta que nunca podría haber seguido sin él. Es el mejor hombre que conocí en toda mi vida. Nunca me soltó la mano, a pesar de todas las cosas. Y verlo con mis hijos, nuestros hijos, me llena de amor. Es, sin dudas, el mejor papá del mundo. Lo demuestra todos los días, con las cosas más simples.
Desde que lo conocí, supe que quería vivir toda mi vida con él. Nunca me imaginé nada distinto. De chica soñaba con tener una familia hermosa y grande, con la que nunca nada sea aburrido, se pueda charlar, que sea ruidosa, cariñosa, y sobre todo, que siempre se pueda confiar todo. Y eso mismo obtuve. Tal vez no de la forma en la que lo imaginaba, pero después de todo, es una familia.
Cuando llegué por primera vez a la casa, fui recibida con un silencio “sepulcral”, se sentía el miedo en todos lados. Ahora, cada vez que llegamos, nos reciben muchos ruidos y gritos, besos, abrazos, y mucha alegría. Nuestra enorme familia (Y lo digo sin exagerar, es enorme. 60 personas en una misma familia no es poco), es lo más hermoso que me pudo pasar en la vida. Hay veces que pienso en como sería vivir sin ellos, y pienso que sería triste. Yo estoy acostumbrada a escuchar tantas peleas y risas, a vivir con tanto desorden. Y es gracias a mi familia que hoy  estoy intentando seguir adelante, a pesar de todo.
Ya casi no me reconozco a mí misma. No entiendo qué me pasó. Siento como si hubiera envejecido 10 años de golpe. Solo sé que lo único que necesito no es ni descansar, ni superarlo. Me conozco a mí misma, y sé que lo único que me alivaría es verlo despertar. Parece que estuviera loca, ya sé. Pero nadie se imagina lo que se siente, hasta que se vive. Es fácil contarlo de ésta forma, pero nadie sabe del dolor que siento en el pecho al verlo así. De la culpa que me persigue todos los días al pensar en que yo le di el auto para que vaya. De las ganas de llorar y gritar hasta no tener más voz por no poder hacer nada para ayudarlo. Y sobre todo, de la angustia que genera ver a tu hijo en una situación así. Es fácil decir “deberían desconectarlo” o “déjenlo ser”, cuando se ve desde afuera. Pero no es nada fácil hacerlo. Es mi chiquito, mi nene. Cuando nació, le prometí que siempre lo iba a cuidar y proteger, que nunca le iba a pasar nada. Ahora siento que rompí esa promesa. Que no pude cuidarlo.
La verdad es que no sé que hago escribiendo un diario. No soy buena escribiendo, para nada. Además, me resulta aburrido. Pero hubiera aceptado cualquier cosa que me digan que haga. No le encuentro el sentido. Creo que voy a dejar ésto. Intentar otra cosa. Tal vez, en un futuro les cuente como terminó mi historia. Pero  hasta que pase, me despido de éste diario. Aunque, debo admitirlo, fue un método efectivo para distraerme.

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